Trastornos de Ansiedad: Ataques de Pánico (parte 2)

Como habíamos concluido anteriormente los ataques de pánico son sensaciones repentinas de terror sin motivo aparente. Las personas con trastorno de pánico son más propensas a:

·         Consumir alcohol o drogas ilícitas.
·         Estar desempleadas o ser menos productivas en el trabajo.
·         Tener relaciones personales difíciles, incluso problemas matrimoniales.
·         Resultar aislado al limitarse a dónde van o con quién están.
Algunas formas de prevenirlo son:
·         No tomar alcohol
·         Comer a horas regulares
·         Hacer ejercicio regularmente
·         Dormir lo suficiente
·         Disminuir o evitar la cafeína, ciertas medicinas para los resfriados y los estimulantes

 

Aspectos psicológicos de la crisis


La "trampa" del pánico

La primera trampa es hacer pensar al individuo que lo que está viviendo es peligroso (es decir, surgirá un ataque al corazón, un desmayo, se perderá la razón, se perderá el control) cuando realmente un ataque de pánico no representa ningún peligro en absoluto.
La segunda trampa es que hace que los afectados realicen cualquier cosa que creen que les ayudará a evitar las crisis cuando lo que realmente hacen es empeorar los ataques de pánico. Estas actividades incluyen comportamientos de evitación, tratando de controlar los ataques de pánico, luchando contra ellos, cayendo en supersticiones y rituales para evitar ataques de pánico y conseguir autoprotección.

"Intentos" de solución en la persona afectada

·         Evitación.  Representa una afirmación para el individuo de la amenaza de la situación evitada que prepara un comportamiento de sucesivas conductas evasivas. Todo esto tiene como único efecto el incremento del temor y el empeoro del trastorno.

·         Solicitud de ayuda. En esta etapa, la persona a menudo solicita ayuda, es decir, la necesidad de estar siempre acompañado y confortado por alguien que está dispuesto a intervenir en caso de crisis y de pánico al perder el control. Esto hace que el individuo a largo plazo genere dependencia en la persona o sustancia.

·         Intento de control. El control sobre el comportamiento fisiológico y sus reacciones redunda en un ciclo perceptivo-reactivo para obligar a entrar al sujeto en acción a fin de afrontar el miedo. Pero en el intento de mantener el control sobre el propio organismo y sus funciones mentales, hay una focalización de la atención en las reacciones fisiológicas (latidos del corazón, respiración, equilibrio, etc.) que conduce inevitablemente a una alteración de algunas de las mismas funciones, lo que provoca un temor que genera más alteraciones, con lo que se activa un círculo vicioso en el que "el intento de control desemboca en una pérdida de control”.

Medicación

Las medicinas apropiadas son realmente efectivas en el trastorno por ataque de pánico. Los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina son considerados la primera opción de tratamiento debido a que se evita los efectos derivados de la tolerancia, la dependencia y el abuso concomitantes a los ansiolíticos. Estos se toman regularmente cada día y alteran las configuraciones de los neurotransmisores que a su vez pueden ayudar a bloquear los síntomas. Se ha comprobado que los ISRS agravan los síntomas en pacientes con trastorno de pánico, también producen síndrome de discontinuación, síntomas de abstinencia, que incluye ansiedad de rebote y posibles ataques de pánico.
La Asociación Americana de Psiquiatría, indica que las benzodiacepinas pueden ser eficaces para el tratamiento del trastorno de pánico. También ha señalado que si bien las benzodiacepinas tienen la ventaja de un rápido inicio de acción, ésta conlleva el riesgo de desarrollar dependencia a los ansiolíticos.
El alprazolam es la única benzodiacepina aprobada por la APA para el tratamiento específico por ataque de pánico.
La Federación Mundial de Sociedades de Psiquiatría Biológica explica que las benzodiacepinas no deben utilizarse como una opción de tratamiento de primera opción, pero no es muy adecuada para el tratamiento resistente a los antidepresivos.
El Instituto Nacional de Excelencia Clínica concluyó que las benzodiacepinas no eran eficaces a largo plazo para el trastorno de pánico y recomendaron que las benzodiacepinas no se utilizaran durante más de 4 semanas para el trastorno de pánico.
Guías clínicas recomiendan tratamientos farmacoterapéuticos alternativos o intervenciones psicoterapéuticas como opciones de acción. 

Pruebas y exámenes

 

Como el trastorno se suele confundir con ataques cardíacos, desmayos o la sensación de perder el control, las personas suelen acudir primero a buscar tratamiento en la sala de urgencias. El médico llevará a cabo un examen físico y una evaluación psiquiátrica. Se harán exámenes de sangre. Se deben descartar otros trastornos médicos antes de poder diagnosticar un trastorno de pánico. También se deben considerar los trastornos relacionados con el abuso de sustancias, dado que los síntomas pueden parecerse a ataques de pánico.

 


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